Bajo mi piel…
La vida duele, no me refiero al sufrimiento que todos
experimentamos en alguna ocasión, me refiero, a cuando has probado la miel, has
saboreado las delicias de sus labios, has explorado los rincones más ocultos de
ella, cuando tu ser se funde con su ser, cuando te sientes tan VIVO que duele, eso es justo lo que quiero decir,
que duele vivir.
Tal vez un poco exagerado, pero cada uno siente a su manera,
y yo siento así, a lo salvaje, y también me duele a lo salvaje.
Hay momentos en que es tan intenso lo que vives,
o tan dulce lo que vives, o tan placentero lo que vives, que te duele no
haberlo tenido antes, o te duele no tenerlo siempre.
Y es que la vida es
así, y nosotros somos así, cuando estás mal, la vida duele, pero cuando
estás bien, de vez en cuando, también te duele.
Y me duele que
nuestras pieles se separen, que nuestros labios se alejen, que se interrumpa nuestra energía, esa energía que se produce cuando llevamos un rato juntos.
A veces pienso que es
como si se hubiera puesto mi piel, porque se introduce en mí y no genera
rechazo en mi organismo, me llena, me invade, me completa.
Pero cuando no está
me siento vacío y me duele, porque me falta una piel, su piel.
Me falta su piel
eterna que me cubre el alma, me arropa los sentidos y me acuna el espíritu.
Por
eso me duele la vida, porque cariño cuando tú no estás, es menos vida, no es mala,
pero me parece insuficiente.
Ven pronto que
hace frío, ven a curarme, a taparme con tu alma, con tu risa, con
tus besos, con tus caricias.
Ven a que me duela VIVIR, pero ven...
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